Arauca, el poder de la radio comunitaria
Por: Edinson Arley Bolaños / @eabolanos El ESPECTADOR / PAÍS
17 OCT 2016 - 8:29 PM
Esta es la historia de cuatro emisoras de este departamento donde el periodismo comunitario ha sido silenciado por los actores armados. Hoy, las voces se alzan de valor, ignoran los fusiles y transmiten las denuncias de los pobladores desde los barrios de Arauca, Arauquita, Saravena y Tame.
Frente a las instalaciones de la emisora comunitaria Arauquita Stereo. / Cortesía
El silencio de Radio Did y el nacimiento de Capital Stereo A Daniel Coronell Mejía, tío del reconocido columnista Daniel Coronell, le tocó dejar de retransmitir el noticiero de la emisora de Arauca para que el coronel Medina, del Batallón Reveiz Pizarro, no le cerrara la emisora Sarar Stereo, del municipio de Saravena.
Fue a mediados del 2003 cuando el periodista Ángel María León abrió los micrófonos del noticiero para recibir las llamadas de los pobladores de Saravena que habían sido retenidos por el Ejército, acusados de rebelión. Fue la escena más escabrosa que los araucanos hayan visto. Más de 1.500 personas metidas en el coliseo del pueblo, señaladas por un desmovilizado de la guerrilla como auxiliadores del Eln y de las Farc.
Era la época de las zonas de consolidación que empezaba a implementar el gobierno de Álvaro Uribe. “Los censaban, los maltrataban y la gente llamaba a quejarse. A veces era gente inocente que nada tenía que ver en el conflicto. Señalaban al comerciante que porque le vendía víveres a la insurgencia”. Y a los periodistas les prohibieron leer los comunicados de las organizaciones sociales.
Luego de censurar el noticiero y de la redada en Saravena, a León, a Coronell y a otros 14 periodistas les llegaron panfletos de los paramilitares, el Eln y las Farc. Varios salieron para Bogotá. Coronell se exilió en Venezuela, pero, al cabo de ocho meses, el primer contingente de comunicadores amenazados en Colombia con esquema de seguridad regresó a Arauca porque en la capital no encontraron oportunidad ni siquiera para sobrevivir. De nuevo en la región, a 16 periodistas les tocaba ingeniárselas para andar en dos camionetas blindadas. “Teníamos que hacer agenda común y que a cada uno nos dejaran en nuestros lugares de trabajo. Era como un bus escolar”, recuerda León. Meses más tarde, él y el resto de periodistas renunciaron a los esquemas de protección, pues la condición del Gobierno para mantenerlo vigente era que las amenazas debían persistir.
Durante la primer década del siglo XXI, los noticieros en Arauca se volvieron light, como califica León el hecho de trasmitir sólo comunicados de la Gobernación, la Alcaldía y el Ejército, que exigió leer los boletines textualmente con los adjetivos narcobandoleros, narcoguerrilleros y narcoterroristas, “y si no lo hacíamos decían que uno era aliado de la guerrilla, entonces lo llamaban a la sabana y los paramilitares lo amenazaban con la motosierra. Así mataron a mucha gente”.
Hace seis años, Ángel León regresó a Capital Stereo, como se llama ahora la emisora de la capital de Arauca, luego de pasar a manos de la comunidad. Tras sentir un ambiente menos hostil contra los periodistas, empezó a dirigir el noticiero de la mañana y del mediodía, con más periodismo de campo en los municipios. “Por ejemplo, en Arauquita y Tame, que eran manejados por las Farc, hoy en día uno va tranquilamente. Y toca tener cuidado para ir a Saravena y Fortul, que es donde está fuerte el ELN. Pero lo que uno hace cuando va a un municipio es encomendarse a Dios y ponerse un chaleco que dice: ‘Yo soy periodista y no hago parte del conflicto’”.
Arauquita Stereo alza la voz para resistir.
El 13 de septiembre pasado, en pleno paro armado decretado por el Frente de Guerra Oriental del Eln en Arauca, el joven ganadero Mauricio Zuluaga y el chef araucano Mauricio Díaz fueron capturados por la Policía de Arauquita tras ser acusados de la autoría del hostigamiento de ese martes en la población. Dijeron que les habían encontrado explosivos en sus mochilas, “pero todo fue un montaje”, comenta Eliécer Cáceres Santos, director de la emisora comunitaria Arauquita Stereo.
Cuando se los llevaron del centro del pueblo, Cáceres abrió los micrófonos y empezó a llamar a través de la radio a toda la comunidad para que fueran al rescate de los jóvenes. “Los querían empapelar porque les metieron en una bolsa de huevos una granada y al otro una pistola en su bolso”.
Luego de varios minutos, más de 300 personas se reunieron en la estación de Policía de Arauquita para exigir la libertad de los tocayos. El alcalde y el gobernador también protestaron por la injusticia y a las 2 de la mañana los sacaron de los calabozos.
Así, con el papel movilizador de masas, la emisora de este municipio llanero volvió a tener noticiero hace tres años, cuando Cáceres, junto con la organización de mujeres, los campesinos, los jóvenes, una fundación de derechos humanos y la corporación de periodistas Luchando Sin Fronteras, se unieron para crear el matutino Comunidad al Día.
A través de ese espacio, la comunidad denuncia cuando hay atropellos de la Fuerza Pública, cuando las EPS se roban la plata o cuando hay corrupción con los dineros de la alimentación escolar. Todo eso lo han logrado frenar un poco con la presión comunitaria. “Padres de familia, estudiantes y docentes han denunciado a través de Arauquita Stereo”, dice Eliécer Cáceres. Como dice don Ángel María: “Ahora sí podemos hablar con más libertad”.
Arauquita lleva 15 años con emisora comunitaria, pero realmente tiene licencia desde hace ocho. Los otros siete años funcionó pirata. Durante ese tiempo la iglesia cristiana hizo todo a su modo: música y programación de esa iglesia, que tenía un convenio con Radio Trans Mundial. El año que viene, cuenta Cáceres, la emisora llegará con el programa Tertulia a todas las veredas del municipio para explicar los acuerdos de paz y escuchar la voz resistente de esta comunidad.
Sarar Stereo, testigo directo de persecución
“A mí me tocaron los gloriosos”, dice Dora Gimena Blanco Mendoza, locutora de la emisora Sarar Stereo, cuando recuerda los años en que los directores de la emisora de Saravena fueron exiliados, encarcelados y secuestrados. En esa lista están Daniel Coronell Mejía, Élida Parra, Imer Bejarano y Emiro Goyeneche.
El caso de Goyeneche es el más paradójico y su historia se cruza con la de Ángel María, el único testigo que podía sacar de la cárcel de Cómbita al periodista acusado de rebelión porque supuestamente fue el presentador del evento en el que el Eln activó en zona rural de Saravena el primer y único batallón de más de 500 hombres que tiene y que abarca los departamento de Arauca, Boyacá y Casanare.
El episodio sucedió en agosto de 2000. Ángel María estaba en Saravena en labores de reportería cuando un hombre lo buscó en el hotel Santander del centro del pueblo para invitarlo a un “evento importante que iba a suceder al otro día en Arauca”.
A la madrugada siguiente lo condujeron a la zona rural entre Saravena y Tame, y tras varias horas de trocha los hombres con camuflados y brazaletes rojo con negro que se paseaban por la carretera le anunciaron que estaba en territorio del Eln. “Llegué con el fotógrafo y empezamos a ver mucho civil y mucho guerrillero. Había parlamentarios, secretarios del gobierno departamental, diputados, concejales, mucha gente”, recuerda.
Preguntó por Pablito, el comandante del Frente Domingo Laín, que hoy hace parte del Comando Central del Eln. “Ya me conocía con él porque había asistido a la liberación de algunos funcionarios secuestrados en Arauca. Me dijo que no me preocupara por contarle a la gente que habían 600 guerrilleros y 500 civiles. Que me había mandado a invitar porque sabía que yo era una persona responsable. ‘Dedícate a trabajar y por cerveza no te preocupes. Ahí hay vino, aguardiente, lo que quieras. Y por comida tampoco, ahí hay 30 novillas para toda esta gente’, fue su saludo de bienvenida para mí”, relata el curtido periodista.
El hecho es que Goyeneche nunca fue al evento, y aunque las autoridades supieron que Ángel María era el que había ido, porque lo acusaron de estar haciendo apología al delito, él era el testigo para sacar de la cárcel a su colega. No obstante, por su situación de amenazas no podía ir a Saravena a declarar y pidió que trasladaran el expediente a Arauca, donde declararía, con tan mala suerte que los documentos se perdieron en el camino y Goyeneche terminó pagando dos años de prisión cuando habría podido demostrar su inocencia.
El pasado 23 de abril Sarar Stereo cumplió 21 años y el noticiero siete de haber regresado al aire. “Algo que uno se da cuenta por el periodismo de campo es que al principio la gente no hablaba. Actualmente, desde el presidente de la junta más humilde del barrio o vereda le gusta y va a la emisora a contar todas las problemáticas”, señala Dora Gimena Blanco.
A pesar de todo, Saravena tiene un ejemplo de empresas comunitarias, principalmente la de acueducto, alcantarillado y aseo, que es de las juntas de acción comunal del pueblo. “Durante cuatro años consecutivos ha ganado el primer puesto en calidad de agua a nivel nacional. Incluso, el actual presidente de la empresa comunitaria, que es mi vecino, estuvo preso cuatro años porque también lo cogieron esa misma noche de la redada en que fueron maltratados 1.500 saravenenses”, termina la periodista comunitaria.
Tame Stereo, periodismo contra la corrupción.
Hace cinco años, emitir el noticiero de la emisora de Tame desde los barrios era algo impensable. Reinaldo Rojas Rodríguez, un joven llanero de 25 años, lo hace así desde el 2015, después de haber superado la autocensura y el miedo a las guerrillas y al Ejército mismo, donde algún día prestó el servicio militar. “Antes era sólo música y noticias nacionales para evitarse inconvenientes con los grupos armados legales e ilegales”, comenta.
Hoy, invitado por los presidentes de las juntas de acción comunal, transmite desde las calles polvorientas de Tame y su periodismo se ha trasladado al cáncer que aún devora al municipio: la corrupción. La de las empresas petroleras, la de las instituciones del Estado, y el abuso de autoridad que pretende seguir señalando a la comunidad de aliada de la guerrilla del Eln.
“Ahora, la gente se pronuncia, habla de lo que le hace falta en su sector: alcantarillado, agua, energía eléctrica, vías, salud, educación. Esas son las historias de la gente en los barrios periféricos del municipio. En todo caso, la comunidad acude más a la emisora comunitaria porque está segura de que las autoridades locales escuchan la radio y van a dar una solución inmediata, o al menos algún pronunciamiento”. Ahora la consigna es: “Ignorar los fusiles, prender los micrófonos y caminar la palabra”. Fuente: http://colombia2020.elespectador.com/pais/hay-victimas-de-primera-y-de-segunda-en-la-justicia-especial-para-la-paz